Balandra: El santuario del Pacífico que te habita.
Descubre Balandra en La Paz: una playa sagrada que transforma, cautiva y te regresa a ti misma. Guía completa para vivir su magia.
Tania Denise
11/27/20256 min read


BALANDRA: EL ESFUERZO PREVIO A LA TRANSFORMACIÓN
Llegar a Balandra, en La Paz, puede ser un reto… pero cuando lo logras entiendes que no entraste solo a una playa, sino a un proceso de transformación que te recompensa con su belleza y su paz.
Balandra no se visita, Balandra te habita.
Cuando vas a La Paz, es casi impensable irte sin conocer una de sus playas más icónicas.
Sin embargo, también es una de las playas cuyo acceso suele sentirse casi como una misión imposible, lo que detiene a muchos viajeros antes de intentarlo.
Cuando eres una viajera exprés es inevitable preguntarte: “¿vale la pena tal esfuerzo?”
Desde ahora te digo sí: porque si escuchas su llamado, te retribuirá con sus virtudes.


EL INICIO DEL VIAJE
Decidí que emprendería mi viaje a Balandra alrededor de la 1:30 de la tarde desde La Paz.
Dudé en ir -algunos locales me advirtieron que ya era "muy tarde"-, no obstante, la intuición o la terquedad me pedían que por lo menos lo intentara.
Ya estaba muy cerca... ¿qué podía perder?
Me acerqué a la terminal de autobuses que está frente al Malecón y me dijeron que el próximo autobús estaría llegando a las 2 (salen aproximadamente cada 30 minutos).


Como en Balandra no hay comercio más allá de la renta de sombrillas, decidí comer algo muy rápido en el restaurante que estaba a una cuadra.
Comí una crepa con un frappé; todo resultó rico, rápido y barato.
Eso me permitió llegar a tiempo para tomar el bus, que costaba tan solo $80 pesos.




¿TECOLOTE O BALANDRA? EL DILEMA DEL VIAJERO EXPRÉS
Si tu itinerario es tan apretado como el mío —un viaje de un solo día— entrarás en este dilema; de hecho, por un momento consideré ir a Tecolote para mayor certeza, cuya belleza me ha sido muy comentada… y que tengo pendiente para próximas publicaciones, jaja.
Ya estando en la estación, le pregunté al chofer:
“¿Usted cree que alcance a entrar a Balandra?”
Y me dijo:
“Si no alcanzas, te puedes ir a Tecolote; son 15 minutos más”.
He ahí la esperanza, lo peor que podía pasar era perder tal vez solo unos 30 minutos —por mucho— para el próximo bus.
Mientras tanto, ya sea que vayas a Balandra o a Tecolote, quédate con la tranquilidad de que el camino es tan disfrutable como el destino: los cardones son las perlas del desierto que entretejen, junto al mar, un ecosistema único de la creación en Baja California Sur.

LA ENTRADA “MILAGROSA”
El autobús nos dejó en medio de unas imponentes montañas desérticas que rodeaban la entrada... y entonces ocurrió el milagro: no había ninguna fila.
Sentí como si Balandra hubiese abierto sus caminos, como respuesta a atender su llamado.
Y si bien el acceso es controlado por ser un Área Natural Protegida, resulta una medida crucial para su conservación e incluso diría que también la hace más disfrutable para quien la visita.


BIENVENIDA A BALANDRA
Al llegar, un hombre nos recibió bajo el cartel de “Bienvenidos a Balandra”. Nos explicó que llegaríamos a la playa siguiendo el camino todo derecho o bien, a la mitad del camino podríamos subir por la desviación que lleva al mirador.
En ambos casos, el tiempo estimado del trayecto era de 10 minutos.


También nos comentó que la salida era a las 4:30 -hora de cierre- y, por supuesto, nos pidió no dejar basura.
En esta ocasión no iba en las mejores condiciones físicas para subir al mirador, pero aquí puedes observar la desviación del lado derecho del camino:
¡Queda pendiente para la siguiente!
PRIMERA IMPRESIÓN: UN SUEÑO TURQUESA
La bahía es como si un anfiteatro hecho de montañas tuviese como protagonista aguas calmas y cristalinas, un sueño turquesa del que no quieres despertar.


Su singularidad radica en los contrastes, la entereza y la majestuosidad de su paisaje.
Encontrar dónde establecerte es sencillo, incluso viajando sola, me sentí bastante confiada dejando todo dentro de una gruta.


ENTRAR AL AGUA: LA MAGIA VERDADERA
Entrar al agua se sintió inmediatamente como un bálsamo con olor a sal.
La temperatura fue agradable, el oleaje parecía un arrullo, y la profundidad te permite caminar bastantes metros sobre una arena tan suave y sentirte abrazada por el mar sin temor a la inmensidad.
La fauna marina —peces de variadas especies que nadan a tu alrededor— te acompañará en cada paso; recuerda que es su hogar, respétalo.
Me dejé flotar con el sol y el viento sobre el rostro, como símbolo de mi entrega y confianza al mar.
Arriba, las gaviotas adornaban el paisaje aéreo.
De hecho, si lo tuyo es más estar en una silla, puedes llevarla y disfrutar dentro del agua.


LA ICÓNICA FORMACIÓN DEL “HONGO”
El “Hongo”, guardián del recinto, es una icónica formación rocosa a la que muchos viajeros se acercan casi como un ritual.
Está a aproximadamente a 15 minutos caminando desde la entrada de la playa y, aunque está prohibido subir al “Hongo”, a la distancia también resulta bastante imponente.
No me acerqué por las mismas razones que no subí al mirador, pero igualmente lo aprecié de lejos.


BALANDRA COMO REFUGIO INTERIOR
Hay playas que se disfrutan y playas que te apapachan.
Balandra es ambas. Es una invitación a regresar a ti.
Como TanViajera, yo aconsejo que te tomes unos minutos para visualizar este espacio como un ente sagrado; al entrar, cuéntale tus preocupaciones, tus sueños, tus anhelos y todo lo que tu corazón te pida decir en ese momento. Déjate llevar.
Entrégale todo a sus aguas que, en menos de lo que piensas, te pondrán en su sintonía.


Sentí una especie de déjà vu: me atrevería a decir —sin afán de comparar, sólo como metáfora— que Balandra es la prima de Holbox que habita en el Pacífico.
Cuando sientas que el mundo se cae, ve a Balandra y vuelve a ti.


INFORMACIÓN PRÁCTICA
Abierto de lunes a domingo en dos turnos:
8:00 am a 12:00 pm y 1:00 pm a 4:30 pm.Acceso limitado a 450 personas por turno.
No hay comercios; lleva bloqueador y alimentos.
Hay sombra natural, pero puedes llevar tu propia sombrilla.
Hay estacionamiento disponible.
Si llegas en transporte público, el viaje cuesta $80 pesos.
No necesitas contar el tiempo: mediante un megáfono te avisarán cuando sea hora de salir.
Aunque a mí no me cobraron entrada, las páginas oficiales indican un costo de $60 a $120, dependiendo de la temporada.
ATRÉVETE
Si vas a La Paz, Baja California Sur, y solo puedes elegir un lugar, que sea Balandra.
No importa el tamaño del reto: la recompensa es invaluable.
Vive Balandra, vive la magia.
Y para cerrar, te dejo una galería complementaria pensada para inspirarte y animarte a vivir tu propia historia aquí.















